sábado, 20 de agosto de 2016

Reseña #9 : Los ojos del perro siberiano


Título: Los ojos del perro siberiano
Autor: Antonio Santa Ana
Fecha de Publicación: marzo de 1998
Editorial: Norma S. A.
Género: Novela
Páginas: 136

Sinopsis:
La trama de la historia se basa en un joven que vive en San Isidro y que está a punto de viajar a Estados Unidos. Antes de terminar de preparar sus valijas, narra como debió enfrentar el tenso clima familiar que vivió desde que tiene 5 años, cuando Ezequiel, su hermano mayor, se va de casa con 18 años tras una violenta discusión. Sus padres nunca quisieron hablar de ese tema, hasta que se enteran que su hermano tiene SIDA. En lo que serán sus últimos meses de vida, mientras su familia niega la enfermedad de Ezequiel y las relaciones se tensan, entre ambos hermanos encarnan una profunda relación, mientras Ezequiel alivia sus frustraciones y depresión por su enfermedad en el cuidado de Sacha, su perro de raza siberiano.


Opinión Personal:
Me recomendaron este relato corto y doy las gracias por ello, me ha encantado. Es una historia no tan bonita como se acostumbra a ver pero de algún cierto modo nos presenta la realidad, y lo mejor de todo, los valores que éste inculca o al menos a mí a quien lo lee.
Me llama a la atención cómo el narrador habla detalladamente acerca de los lugares, cómo los describe a tal punto que vas imaginándolo.
A pesar de ser un libro con muy pocas páginas y que lo terminé en unas horas muy pocas. No entendí al principio el por qué ese nombre para el libro, pero, luego de terminarlo e investigar sobre los perros siberianos creo que estuvo perfecto.
Algo que debo destacar es el tema en sí del libro desde mi punto de vista, prejuicios, el cual se desarrolla en casi todo el libro. Cómo estas opiniones negativas acerca de algo nos lleva a juzgar a los demás, a no aceptarlos y rechazarlos solo por tener opiniones o gustos distintos.
Me gusta el gran mensaje que deja el libro, a veces no nos atrevemos a vivir hasta el momento en que la estamos perdiendo.

Frases:
Es terrible darse cuenta de que uno tiene algo cuando lo está perdiendo.
Tiene una mirada terrible, una de esas miradas que bastan para que uno se sienta en inferioridad de condiciones...
—La gente no entiende nunca al que es diferente.—
La gente le tiene miedo a lo que no entiende.
Así son los amigos, uno quiere estar solo, pensar, terminar una conversación y ellos lo someten a uno a un interrogatorio.
Tal vez lo bueno de los abismos sea que se pueden hacer puentes para cruzarlos.
Sospecho que uno se hace lector para completar lo inacabado. Para completarse.
Hay muchos que piensan que nuestro destino ya está escrito, que ninguna de nuestras acciones es fruto del azar, que nada de lo que hagamos puede modificar nada. Me cuesta creerlo.
Supongo que hay un momento de la vida en que nuestros padres se nos revelan tal cual son. Sin secretos.
Los únicos ojos que me miran igual, en los únicos ojos que me veo como soy, no importa si estoy sano o enfermo, es en los ojos de mi perro. En los ojos de Sacha.
—...lo único cierto que sabemos todos de la vida es que nos vamos a morir. Y lo único incierto es el momento.
—Uno nunca termina de conocer del todo a las personas —me dijo—, ni aún a las más cercanas, padre, madre, hermanos, hermanas, marido, mujer. Siempre hay una zona de cada uno que permanece a oscuras, alejada por completo de los demás. Una zona de pensamientos, de sentimientos, de actividades, de cualquier cosa. Pero siempre hay un lugar de nosotros en el que no dejamos que entre nadie más. Yo creo que eso es lo que hace a las relaciones con los demás tan interesantes, esa certeza que, aunque nos lo propongamos, nunca los vamos a conocer del todo.
—No importa si los entendés, o no; si te gustan déjate llevar por las palabras, que sean como música en tus oídos —
—El SIDA es como una tormenta, nadie quiere sacar la cabeza para ver qué hay afuera.
Si la cuerda no fuera delgada, no tendría gracia caminar por ella.
-—Ninguna enfermedad te enseña a morir. Te enseñan a vivir. A amar la vida con toda la fuerza que tengas. A mí el SIDA no me quita, me da ganas de vivir. 
Valoración:



Sobre el autor:
Antonio Santa Ana nació en 1963 en Buenos Aires, donde vive actualmente con sus dos hijos. Trabaja desde hace diez años con el Grupo Editorial Norma en Argentina, donde se ocupa de la edición y circulación de las colecciones infantiles y juveniles. Antes de vincularse a Norma trabajó durante diez años en la organización de la Feria del Libro de Buenos Aires y en la editorial Libros del Quirquincho. Miembro de la comisión directiva de la Asociación de Literatura Infantil y Juvenil de la Argentina (ALIJA) y del comité editorial de la Revista latinoamericana de literatura infantil y juvenil que publica Fundalectura (seccional de IBBY), Santa Ana ha sido jurado de importantes concursos literarios y es parte activa de actividades varias en torno a la literatura.




⇚⇚⇚ Yeder ⇛⇛⇛

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